Lo hago yo

oficios

Puerto Varas nos inspira, y nos inspiran también las personas que se atreven a hacer. Con distintos pasados y caminos recorridos, estos personajes decidieron cambiar sus vidas para crear con sus manos. No sabemos con precisión si fueron estas tierras colonas las detonantes de tales pasiones; lo que sí, estos humanos hoy se sienten más humanos al hacer lo que les gusta, y con sus propias manos.




Marisol Mancilla: La artesana

Oriunda de Puerto Montt, Marisol (52) es la cuarta generación practicando este oficio de la manila. Su mamá aprendió a hacerlo con su mamá y su abuela, de su mamá. "Hace aproximadamente 14 años conocí a una señora que atendía en la tienda de Artesanías de Chile de Puerto Varas. Me invitó a pasar y vi los productos que tenía y le dije: 'Mi mamá los hace mejor ja, ja, ja….'. Fue así como llegamos a Artesanías de Chile. Antes de eso vendíamos en Angelmó a precios muy bajos. Lo que hizo la tienda fue ponerle un valor más justo a mi trabajo". Y desde entonces lo que ha ocurrido en la vida de Marisol ha sido un terremoto de buenas nuevas. Provee con sus productos a hoteles y tiendas de renombre, imparte talleres para  continuar el oficio y pertenece además a la agrupación Entre Junquillo y Manil, en donde teje solamente con mujeres, entre ellas  su mamá, su hermana y su cuñada. "La manila es una planta que tiene muchas hojas, y estas se cortan con cuchillo. Necesita mucha agua para crecer y sus hojas requieren estar bien largas para poder utilizarlas. Es un material muy resistente, siempre y cuando se mantenga alejado de la humedad", detalla Marisol. Con ella hace canastos, cestas, individuales y casi todo.

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Paula Cárdenas y Tomás Irarrázaval: Los enmarcadores

Ambos son periodistas de profesión. Marido y mujer, se mudaron de Puerto Varas a Santiago para estudiar, pero luego volvieron a su núcleo para echar raíces. Hace pocos meses levantaron La Fábrica Taller, un taller de enmarcación inmerso en un antiguo galpón ganadero típico de la zona. Lo limpiaron y decidieron conservar sus vigas y su estructura original, solo puliendo el piso y echándoles mano a ciertos ajustes propios para poder trabajar adecuadamente. Construyeron así, sencillamente, mesones para cortar, observar y dilatar su amor por el arte y su conservación. "Este galpón existe hace 100 años, se usaba para guardar fardos, animales o maderas. La idea del taller de enmarcación apareció fortuitamente. Siempre los dos hemos estado ligados al arte, y en eso apareció la oportunidad de ocupar este viejo espacio. Conocíamos de cerca a los propulsores de Altraforma, quienes nos 'apadrinaron' de alguna forma, y nos enseñaron todo lo que saben. Compramos las máquinas y viajamos a Santiago para aprender de cerca (…) Lo que hacemos en el taller es desde el ensamblaje hasta el armado del cuadro. Lo importante es que el cuadro sea superlimpio, no usar mucho pegamento o exceso de cinta. Para nosotros esto es una forma de conservación de cada obra, tratamos de intervenirla lo menos posible. Venir acá es una experiencia, los niños llegan y salen al bosque, juegan con las gallinas que hay alrededor". @lafabricataller

Victoria Popelka: La ceramista

Popelkova significa cenicienta en checo, y fue así como Victoria apodó su taller en Puerto Varas. Victoria también se emociona hasta las lágrimas cuando lee sobre cerámica; no puede creer la alquimia que hay detrás, el ciclo que cierran las piezas cuando llegan al horno. Se vuelven a fundir y fusionar, se transforman en una especie de lava, dice ella.

Siempre le ha gustado la relación que existe entre el volumen y el espacio, ese es el motivo que la condujo a dedicarse de lleno a la cerámica y dar clases en esta parte del planeta.

Estudiante de arte en la capital, a los 20 años decidió emigrar de la carrera y buscar algo que le hiciera más sentido a su historia. Fue ahí cuando se encontró con la enseñanza de la ceramista Isabel Izquierdo, ofreciéndose como su ayudante para aprender. Allí limpió pisos, compró pastas, preparó esmaltes, cargó cosas pesadas, aprendió a hacer mesas de yeso. Se fue a la guerra y volvió, más poderosa y con la sabiduría necesaria para independizarse y armar su propio cuento en el Sur. Hoy hace clases a hombres y mujeres, siempre destacando las formas utilitarias. Aquí ríen, escuchan música y comparten conocimientos sustanciales. @popelkova_

Gonzalo Galdames: El panadero

"Vos dale", nos dice Galdames (34) mientras nos corta un trozo de sus panes con mantequilla derretida. "Vos dale –nos repite–, vos dale". Es que él le dio; le dio al clavo con su sueño, lo siguió, a ratos con miedo, a ratos celoso de lo que ocurriría.

Vive en Puerto Varas hace 5 años con su mujer y su hija, pero antes de llegar aquí y dejarse crecer la barba vivió en Francia, en Matanzas, siempre de cocinero, para llevar a cabo sus estudios de gastronomía. "En Matanzas empecé a hacer los pancitos. Cuando tenía la posibilidad, los hacía y me iba perfeccionando. Después me vine al Sur a trabajar en una casona, y mientras no estaba trabajando volvía a hacer mis pancitos. Compramos un horno y una máquina revolvedora; compramos el auto, con la Calú (mi señora) empezamos a vender en la calle en una bici de Correos de Chile. Y así, ahora tenemos nuestros clientes en Puerto Varas y en Frutillar", detalla Gonzalo.

Y ahora nos preguntamos, ¿qué tiene este pan que es tan crujiente, fresco, sabroso e irresistible? "Es un pan de larga fermentación, usamos masa madre para hacerlo. Tenemos una veta de la tradición francesa también porque usamos levadura y prefermento. A la gente le encanta nuestro pan porque es más saludable, no tiene mil ingredientes como los panes corrientes; es un pan que se demora hasta 24 horas en estar listo, pero dura más. Se respetan los procesos, con preocupación y con amor", termina. @masa_madre_panaderia

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