La cruda

crudo

1 de diciembre de 2018, edición N°812




Y llegó diciembre. Me ahorro el que el año se pasó volando; mejor saludo al sol y al huracán de cosas que regala el mes. Pienso en los mexicanos cuando dicen que están con 'la cruda', refiriéndose a carreteados, tal como está el cuerpo –y la cabeza– a estas alturas, y conecto con lo entretenido de las fiestas (calendario e inventadas), con hacer algún platito que responda a mis eventos y a las llamadas amorosas sobre otros menús caseros. En realidad hago como tres posibilidades y hartas modificaciones. Saca de apuros y es el único adelanto que hago.

Y estaba yo caminando cuando me pregunté por una cosa rica para llevar o servir con esta sensación térmica con tres cifras, cuando llegué al crudo o tártaro, lejos lo más fácil de hacer, versátil, económico y de gusto general. Personalmente no soy de los con extra limón y el rápido negro de su efecto. Yo voy por comprar una buena carne –pescado, champiñón, zapallo italiano–, picarlos, un aliño (al momento de servir), pancito o snack saludable y estamos. Voy en esto:

Carne molida 4% de grasa mezclada con pepinillo, cebollita, cilantro, alcaparra, todo chiquitito. Aliño de aceite de oliva, salsa inglesa, kétchup (By María, ya no existe otro para mí), Tabasco, mostaza Dijon, sal y pimienta. Se integra bien y se hacen bolitas tamaño albóndigas que se ponen en una base de harto berro fresco tipo nido, rallan cáscara de limón y aceite de oliva en todo.

Modificaciones: con queso azul, no tanto porque invade, molido con tenedor; con aceitunas negras y tomates secos hidratados; con quínoa tipo kubbe; con otro aliño tipo oriente (soya, jengibre, sriracha, aceite y semillas de sésamo); con algunas frutillas y pepino (sin pepinillos). Si hacen de pescado, cubos grandes. Zapallito y champiñón, en chiquitito. Y así… ya les iré contando. @raqueltelias

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