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Seis hombres apasionados y creativos, nos muestran a través de sus proyectos y obsesiones la carrera que han construido.




STEFANO BOERI: En verde y contracorriente

Que la ciudad crezca, sí, pero ¿qué tal en vertical? ¿Qué tal si son las áreas rurales –hoy cada vez más disminuidas– las que aumentan y se entrelazan en el tejido de la urbe? Algunas de las ideas del arquitecto italiano y su último proyecto para Milán.

La sostenibilidad ambiental para Boeri es algo muy natural, lejano a lo complejo con que suele presentarse. Se sostiene en el respeto, la ecuanimidad de especies se podría decir, la biodiversidad, si se quiere, palabra tan de moda como sustentabilidad y políticamente correcta como ella, cuyo alcance llega, sin embargo, en la práctica, hasta ahí, donde comienzan los límites urbanos, donde comienzan los intereses económicos y toca nuestro hábitat. Pero este arquitecto felizmente hace todo lo contrario, recompone los lazos entre campo y ciudad, tal como lo hace con el actual plan maestro para la capital de Albania, Tirana 2030. Trae de vuelta la dimensión verde a la urbe con toda su potencia y valor intrínseco, no como mero decorativismo, como hizo en 2014 con el Bosque Vertical en Milán, dando espacio en los edificios no solo a los árboles, sino a las aves e insectos. Ejercicio que repite ahora con los nuevos edificios en Lausana (Tour Des Cedres) y Nanjing (Green Towers), los primeros bosques verticales en Suiza y Asia. Boeri nos resitúa en nuestro hábitat natural y en la correcta dimensión de las cosas: somos otra especie más, no los amos del territorio, y aquí debería haber cabida para todos.

UN RÍO VERDE PARA MILÁN

El arquitecto tiene los ojos puestos en cómo serán nuestras ciudades, tema que aborda desde el Future City Lab, en China, investigación siempre desde la mirada de la biodiversidad y el cambio climático. De hecho fue invitado a París, COP 21, para exponer justamente el proyecto Ciudad Foresta, en China, un trabajo basado en las energías limpias y la reforestación de la ciudad.

El ejemplo más reciente que plasma muy bien su visión de la ciudad del futuro es Fiume Verde, o Río Verde, propuesta que junto a las de otros cuatro grandes equipos de arquitectos de talla mundial –EMBT de Benedetta Tagliabue, MAD Architects, Mecanoo (Francine Houben) y CZA-, se expuso en la Semana del Diseño en Milán. Es el resultado de "Dagli scali, la nuova cittá", un workshop en el que estos equipos fueron invitados por Fs Sistemi Urbani en colaboración con el gobierno local, para transformar Milán reutilizando espacios; en concreto, más de un millón de m² hoy en desuso que corresponden a los patios de 7 estaciones ferroviarias inutilizadas. La propuesta de Studio Boeri Arquitectos en conjunto con ARUP, Quinzii Terna Architettura, MIC, Mobility in Chain y Studio Laura Gatti, planteó la reforestación urbana.

Cuéntanos un poco sobre este proyecto en las vías de Milán, esta dimensión toda verde. Es una idea importante porque podría de verdad cambiar radicalmente la relación entre natura y ciudad. Un millón 200 mil m² de verde distribuidos a lo largo de un anillo que está entre el centro y la primera periferia significa tanto para Milán; por un lado, un sistema de espacios verdes públicos, ¿cómo decirlo? muy auténticos, colinas, bosques, claros, prados, significa hacer una contribución enorme a la calidad del aire –se calculan cerca de 59 mil toneladas de carbono que vienen absorbidas–. Significa mucho desde el punto de vista de la movilidad, porque se transformaría en parte de un sistema de transporte, una metropolitana (metro) cierra el anillo, y también parte de un sistema que coge el agua de falda a través de principios geotérmicos, usa el agua subterránea para reducir los consumos energéticos. Entonces es de verdad una infraestructura verde, blue.

¿Cómo se ocuparían las estaciones ferroviarias inutilizadas? El río verde busca realizar sobre el 90% de las siete paradas de un sistema continuo de parques, bosques, oasis, huertos y jardines de uso público –unidos entre sí por corredores verdes y ciclovías–, realizadas en las franjas de respeto de los binarios ferroviarios. Y luego la arquitectura que se construye en el 10% que queda –porque el 90% es así– debe ser de gran calidad, una arquitectura sobre todo para los jóvenes, alojar grandes funciones colectivas que le faltan hoy a Milán; son bordes urbanos de alta densidad capaces de acomodar las residencias y espacios de estudio/talleres para jóvenes, los servicios culturales y de asistencia al ciudadano (bibliotecas, clínicas, guarderías), así como viviendas sociales y de mercado, así que yo estoy muy satisfecho.

El bosque vertical, los corredores verdes en el master plan de Tirana... este aspecto es una constante importante en tu trabajo... Es un aspecto importante porque yo he odiado siempre el verde como elemento ornamental, no me interesa la arquitectura del verde, no me interesa el paisajismo entendido como diseño del verde, porque tiene una potencia innata extraordinaria y es necesario buscar, poner las condiciones para que se manifieste. El bosque vertical es una idea de arquitectura que lo utiliza no como uso estético u ornamental, es simplemente una arquitectura hecha para los árboles.

¿Es un poco restituir la relación que teníamos antes con la naturaleza? Sí, absolutamente sí, de hecho esa proximidad que hay entre el piso 20, quien vive ahí y los árboles, es única, es un poco similar a la que se tiene hoy solo saliendo de la ciudad, entonces es un modo para restituir dentro de la ciudad ese tipo de relación.

Debes considerar que por cada habitante en el bosque vertical hay dos árboles, 8 arbustos y 24 plantas; esta es la relación, es un cosa muy distinta.

Y entonces la ciudad a futuro, ¿cómo la ves? ¡Son tantos modos de pensar el futuro! Yo creo que la idea de traer los bosques, las forestas, los prados a una ciudad es un elemento muy importante, no solo desde un punto de vista visual, sino también ambiental y de la biodiversidad. Como ha escrito de forma iluminada el papa Francesco en su encíclica –yo no soy creyente, pero lo encontré un texto único–, hay un tema hoy, que es que hemos quitado el hábitat a las otras especies vivientes, que están obligadas a vivir en el nuestro y vienen fuertemente seleccionadas, así que volver a darles espacio a las otras especies es un acto bellísimo pensando en las ciudades del futuro. El espacio para todos, no solo los seres humanos.

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DANIEL GREVE

El cerebro y paladar tras el Emporio Creativo y varios éxitos editoriales relacionados con la gastronomía tiene un nuevo proyecto. Dice que nada lo hace más feliz que crear revistas en papel y, tras un largo duelo por Uva, se lanza con Jigger. Cada tres meses, con tres secciones y muchos otros juegos con ese número, nos invita a sumergirnos en un mundo líquido, en lo que pasa en torno a una copa.

Jigger es el nombre de ese medidor que usan los bartenders para hacer sus cócteles. En un bar significa precisión, exactitud, pulcritud, estándar, calidad. Todas palabras que Daniel Greve –director de Emporio Creativo, productora y editorial dedicada a la gastronomía; flamante vicepresidente del Círculo de Periodistas Gastronómicos de Chile– piensa que identifican a su equipo en la revista que bautizó así, Jigger. "El corazón de la revista tiene que ver con los líquidos, con el mundo del bar. Eso significa hablar de cócteles, destilados, licores y, alrededor de ellos, de vinos, cervezas, cafés y otros tipos de bebidas. Jigger es la unión de dos triángulos y por eso jugamos con el número tres. Sale cada tres meses, coincidiendo con los cambios de estaciones, tiene tres grandes secciones: "Buena vida", que incluye viajes, rutas, tecnología gastronómica, habanos; el corazón es "Beber" y terminas con "Masticar". Cada mundo se presenta con una portadilla muy limpia a doble página, con un resumen de los contenidos. También tiene tres grandes plataformas: papel, porque me encanta, creo que está volviendo como el vinilo; redes sociales y una web", explica Daniel.

Uno de los ingredientes principales es el humor. Por ejemplo, la última página se llama "Último sorbo", contiene el making-off y se leen cosas como 'si arriba leíste último sobrio pasa la llaves. Eso sí, procura que sean las de tu auto y no de tu casa'. "Se trata de eso, de lo que pasa en el bar, en un lugar que es de libertad, de euforia, pero también de reflexión, de las cosas que pasan alrededor de una copa. Me gusta pensar que hacemos una revista en serio pero que no es seria. Los contenidos son valiosos, pero la presentación es lúdica". Este verano, durante los días que duró el evento Coctelera, solo con un tótem publicitario y un iPad con la presentación, consiguieron que 28 personas se suscribieran en verde a una revista que aún no existía. "Fue una señal de que algo estaba bien. Es un mundo que no se había tocado en profundidad. Cuando saqué "40 grados Cocteles" me di cuenta de que había un espacio increíble ahí. Fue un hit. Hicimos 6 mil ejemplares y nos quedan 300. Se vendió mucho y muy rápido. Nos lo encargaron de países como Suiza, EE.UU. y hasta Perú; ¡un libro sobre pisco chileno! ProChile lo llevó a todas las embajadas chilenas en el mundo".

La mezcla inusual de plumas –todas ellas miembros del Círculo de Periodistas Gastronómicos de Chile–, de contenidos, de diseño y de fotografías son para Greve el gran atractivo de Jigger. "De alguna manera éramos viudos de Uva, una revista que hicimos por cinco años para Jumbo, hasta que vino un cambio gerencial y la cortaron. Yo habría seguido haciéndola toda mi vida. Lo que más me gusta es pensar revistas, rayarlas, hacer croquis. Así es como vamos inventando con los diseñadores, la diagramación se dibuja, muy a pulso, con post-its", cuenta Daniel. Para esos más comprometidos, los que suelen seguirlo en todas sus aventuras editoriales, para los suscriptores, está preparando beneficios especiales, tales como concursos en redes sociales para que puedan estar en una cata exclusiva, con chefs o enólogos de renombre, para que se sientan parte de la revista. Para los que aún no se deciden por la suscripción Jigger está en lugares como las oficinas Select y el Work Coffee de Santander (que es uno de los auspiciadores), todas las librerías Contrapunto, todos los Coquinaria, The Market, Vinolia, Direct Wines y 17 quioscos escogidos con pinza en los barrios gastronómicos. El mismo Daniel negoció con los quiosqueros maqueta en mano. emporiocreativo.cl

EL PROMOTOR DE LA NEUROARQUITECTURA 

Lo predica y lo practica; el arquitecto mexicano Juan Carlos Baumgartner plantea un interiorismo donde el usuario está feliz, cómodo y, por ende, trabaja mejor. En resumen, esto es lo que hace bellos los espacios corporativos cuando se potencian los aspectos cognitivos del entorno. 

El 20 de este mes aterriza en Santiago el arquitecto mexicano Juan Carlos Baumgartner, llega para asistir al Workplace Design Conference Santiago (WDC Santiago). Este evento lo organiza la empresa española de arquitectura 3G Smart Group y la idea es debatir sobre la transformación del lugar de trabajo: analizar las tendencias en espacios de trabajo y tecnología, como facilitadores de la transformación cultural de las compañías.

Juan Carlos Baumgartner es un experto en esta materia. Ha recibido el Premio Nacional de Interiorismo y la Medalla de Oro en la Bienal Iberoamericana de Interiorismo, más el Premio a la Trayectoria otorgado por Consejo Iberoamericano de Diseñadores de Interiores, dentro de una larga lista de aplausos.

En 1999 fundó la reconocida firma de arquitectura spAce en la ciudad de Chicago, y luego en México, y tiene entre sus clientes a Microsoft, Femsa, Alsea, Osram, Amex y Google. "Posiblemente lo que marcó mi carrera fue recibir ofertas de trabajo en los Estados Unidos cuando apenas comenzaba", cuenta. De ahí en adelante se puede decir que tanto Juan Carlos como su firma de arquitectura han destacado por pensar los espacios como una forma de hacer diferencia, es decir, el entorno se transforma en el propulsor de ideas y desarrollo de las personas, por ende de las empresas, y su labor nunca deja de lado la sustentabilidad que nace de una investigación ejecutada por medio del desarrollo tecnológico.

En la actualidad tienen andando alrededor de 80 proyectos en distintas partes del mundo, "que van desde empresas como Microsoft hasta una empresa familiar en Honduras", cuenta Juan Carlos.

Tu oficina se especializa en interiorismo corporativo, donde aplicas la neuroarquitectura, ¿cómo definirías este concepto y qué cualidades le infunde a un proyecto? En los últimos 10 años se ha generado más conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro, y la relación que existe del mismo con el entorno y con la arquitectura a esto algunos le llaman neuroarquitectura, aunque es en realidad un término relativamente nuevo y no existe una definición única; a nosotros nos gusta aplicar los resultados de las más recientes investigaciones de neurociencia al proceso de diseño y al diseño en sí mismo.

Estamos convencidos de que la arquitectura configura y reconfigura continuamente nuestro marco cognitivo, entonces el diseño y los proyectos que hacemos los entendemos como intervenciones cognitivas.

¿Cuál es el rol que tienen la arquitectura y el interiorismo hoy? ¿Cómo se crea empatía? Una vez que revisas las investigaciones y entendemos más cómo funciona nuestro cerebro es evidente que existe una relación importantísima de este con el entorno, de nuestra memoria con la arquitectura e interiorismo. Hoy no podemos seguir haciendo arquitectura o seguir diseñando como si esta información y conocimientos no existieran, tenemos el reto y responsabilidad de reinventar nuestra profesión.

Empatía es un buen ejemplo de estas relaciones entre comportamiento y espacio; para crear culturas organizacionales empáticas es indispensable crear espacios sociales en la organización.

¿Cuál es la metodología que aplicas en spAce cada vez que abordan un proyecto de interiorismo? ¿qué es lo primero en que se fijan? Son varias cosas en paralelo. Hemos desarrollado un algoritmo con el que tenemos el potencial de entrevistar a miles de personas en cuestión de minutos, y el sistema nos genera una serie de resultados y predice tendencias dentro de la organización; de esta manera contamos con lo que serían unas especies de rayos X de cada empresa.

Esta información y predicción de tendencias dentro de la organización nos ayudan a tomar decisiones junto con el cliente de cómo el espacio puede moldear su cultura y ayudarlos a ser mejor empresa.

Promueves el diseñar de adentro hacia afuera, ¿cómo se traduce esto cuando les encomiendan un nuevo proyecto? Cuando se trata de un proyecto que incluye arquitectura, la filosofía que aplicamos es comenzar con los interiores, y entonces la arquitectura realmente es un cascarón que protege las actividades humanas del medioambiente; en esta filosofía lo que importa son los seres humanos y el medioambiente, y la arquitectura se plantea como la consecuencia y no el motivador. spacemex.com

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GERMÁN TAGLE

Un hombre que tiene muy clara su ubicación en el mapa del mundo del arte. Ni emergente ni consagrado, más bien establecido; no se siente un artista comercial, pero sabe que su trabajo, a través de los canales apropiados, es comercializable. Germán Tagle ha aprendido las nuevas reglas del juego y aquí nos cuenta lo que ha ganado.

El Museo del Barrio lleva 45 años haciendo visible el trabajo de artistas latinos en Nueva York. Dentro de su colección de más 6.500 piezas, abarcando más de 800 años de arte de origen latino y caribeño, hay pinturas del artista chileno Germán Tagle. Volver a exponer en ese prestigioso espacio es para Tagle uno de los hitos de su 2017. Los otros serían su participación en Art Lima junto a la galería de Isabel Aninat y el recibir invitaciones para ser parte de las bienales de Asunción y Curitiba.

"Me ha tocado participar en varias ferias, principalmente dentro de América. He estado en ArtMiami, Zonamaco (México DF), ArteBA (Argentina), ArtBO (Colombia), Pinta (NY), ChACO, Art Lima, ArtToronto (Canadá) y varias de las más importantes. Me faltaba Brasil, y por eso me entusiasma mucho la bienal de Curitiba. Las ferias son importantes desde varios aspectos. Siempre está el estrés de la venta, porque es una instancia comercial, la idea es poder decir que se vendió. Algunas veces mando el trabajo, pero cuando voy en persona es de una intensidad supernotable el lado humano. Conoces a tanta gente. Hablas con curadores, con críticos, tomas algo con ellos, intercambias tarjetas, te sigues en Instagram. Cuando ese curador viene a Chile te contacta, visita tu taller y empiezan a salir proyectos", explica Tagle. Además de ese intercambio, en una feria como Art Lima, por ejemplo, participan galerías de Suiza, EE.UU. o España, lo que permite a los artistas ver qué se hace en otras latitudes y entender cómo los medios –fotografía, pintura, instalación– significan un nicho distinto para cada galería.

Muchos de los curadores con que ha trabajado se han transformado en amigos, han conocido su taller y sus procesos. Lo fundamental es estar en sus carpetas, a pesar de que pasen años desde el encuentro, porque eventualmente llega el momento en que por una temática o un criterio particular de un proyecto ellos se acuerdan de los artistas y restablecen los contactos, 'Hola. Mira, estoy trabajando en una exposición tal… y me gustaría incluirte. Envíame imágenes de tu trabajo reciente'.

"No sé cómo lo hacían los artistas antes de internet," dice Tagle un poco en broma, porque a él le tocó vivir la transición a estas maneras de 'moverse' en el mundo del arte. "Me fui a NY en 2003. Recién en ese momento me hice un correo de email por primera vez, como para escribir a mi vieja 'llegué, estoy bien'. Todo era mucho más directo, especialmente en mi caso, porque mi pintura hay que verla en directo. En una foto o en un video no se ven los grosores, texturas y brillos; sirven solo como un simple registro. En esa época era importante llevar gente al taller. Me tocó vivir con la viuda de Juan Downey, que tenía buenos contactos. Estudié arquitectura, entonces empecé un poco tarde a dedicarme a mover mi arte. Entre el 2005 y el 2010 pasé otra época en NY, y ahí sí nos comunicábamos por mail, pero siempre había visitas al taller, curadores, críticos, otros artistas, profesores. Me parece muy sano, siendo el arte comunicación, invitar gente al taller".

¿Cómo vives la era de los 'likes' y los 'followers'? Vengo de otra generación. Me pone más orgulloso una buena muestra, un buen texto de un curador. Veo cómo afecta a generaciones más jóvenes y cómo algunos lo manipulan. Creo en la especialidad: yo soy el artista, tú eres el periodista, está la galerista, el art dealer, el curador, cada uno tiene un rol. El mundo del arte tiene eso, es necesario que un tercero avale tu trabajo. Me parece superválido. Podría escribir lo que pienso en Facebook y alguna gente daría like y otros comentarían. Pero yo encuentro importante que salga en una revista, que se comente, la gente lo pueda leer muchas veces si quiere y que no venga de mí. Creo en eso. Tú no irás a mi taller a decirme qué colores usar, ni yo te diré qué escribir. Yo confió en que cada uno hace su trabajo y para eso es importante relacionarse con la gente que tú crees que esté a la altura de lo que lo tú piensas de tu trabajo".

Mientras los medios reparten su atención entre los artistas emergentes y los consagrados, Germán Tagle piensa que no abunda la difusión de los que están en medio: "Me gusta la idea del artista establecido. Yo ya no estoy emergiendo. Tengo 14 exposiciones individuales en distintas partes del mundo. He trabajado con galerías en Chile y el exterior, pero aún no estoy consagrado. Diría que es lo más difícil. Después del boom viene toda la carrera. Muchísimos mueren en el intento. Es difícil porque es menos sensacionalista, no da buenos titulares 'el artista joven que ganó tal premio'. ¿Y después qué? Ahí está la parte más difícil". galeriaisabelaninat.cl/artista/german-tagle/

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"Me interesan mucho las bienales porque son eventos estrictamente culturales. La cantidad de gente que ve tu

trabajo sin preguntarse cuánto vale. Todo eso queda de lado y empiezas a hablar de arte, de intercambio. Creo que es algo que da solidez y te nutre mucho. A una bienal van

críticos y curadores que no necesariamente van a una galería. Se dan mucho más las relaciones de trabajo y comerciales a partir de una instancia cultural. Me gusta la distinción entre el arte comercial y el arte comerciable, si es que encuentras los canales correctos".

PABLO BAHAMONDE

10 años de Joia. En 2007 aparecía el primer número de esta revista objeto, pieza fundamental de la historia social de nuestro país en la última década. Pero antes, mucho antes, Pablo Bahamonde y sus socio, Álvaro Fierro, la soñaron tal cual es hoy.

Pablo es quisquilloso o más preocupado del detalle que otros entrevistados. Que no se escape nada, y claro, es una de las cabezas de uno de los más exitosos –si no el más– productos editoriales que se hayan visto en nuestro país. 10 años de arte, diseño, fotografía y cultura callejera, cultura en resumen. Y es que en eso se ha convertido esta revista-objeto desde que dos 'cabros' que no superaban los 25 años la imaginaron, perfecta, del mejor papel, con los mejores contenidos visuales, puro filete de primer corte. Dos años estuvieron rumiándola, hasta que en 2007 salió su primer número, hoy van para la edición número 48.

Pero volviendo a Pablo y su 'quisquillosidad', debe ser la misma la que dio el piso a este proyecto que hoy no solo es una revista-catálogo preciosa sino una marca potente que se desarrolló a la par de la explosión de las redes sociales y que hoy disfruta de un estatus inequívoco. Joia es sinónimo de marcas taquillas, de fiestas buenas, de nombres desconocidos para el 'mainstream'... Hasta cierto momento.

Porque tal como lo comenta Bahamonde, encargado de comunicación y marketing de Joia Magazine y Joia Studio (estudio detrás de la revista y de un montón de proyectos relacionados con dirección de arte y diseño), Joia es un testimonio de la cultura que se inicia allí en la juventud, en lo oculto en lo que en los 90 llamábamos underground, pero que más tarde, para bien o para mal, será conocimiento de todos.

La gracia de Joia es que hicieron de sí mismos un negocio, pasándolo bien y sin mirar hacia otro lado que sus propios gustos y referentes.

"Antes de lanzar el primer número, el 26 de abril de 2007, estuvimos dos años trabajando en Joia, y preparando cada detalle... fue largo, hicimos todo los dos (Pablo y Álvaro Fierro, editor de Joia), pero nunca cedimos en lo que queríamos como producto, buen papel, un formato único y los mejores contenidos". Y así fue que antes de ese día de abril de hace 10 años se preocuparon de pegar pósters y repartir flyers ellos mismos. Apareció el primer número y "quedó la cagá; yo escuché en el lanzamiento a gente decir que esta revista era lavado de dinero, así de irreal para su momento", recuerda Pablo, hoy de 30 y algo y con más experiencia en la sangre que muchos.

Lo suyo fue golpear puertas y convencer a las grandes marcas de aquello que hoy nadie duda; las tendencias surgen ocultas y son comunión de unos pocos hasta que saltan y se transforman en algo que todos quieren escuchar, tener ver, saber.

"Lo que ha ocurrido con Joia es único, nos costó convencer que las temáticas que siempre hemos tocado le importan hoy a un estudiante universitario de diseño o arte y a una señora que se pasea por las galerías de Alonso de Córdova, (...) y está bien, a nosotros nos gusta".

Hace un par de meses celebraron en un fiestón con 700 invitados y el rapero C. Tangana sus diez años de existencia, 10 años del mejor papel cuché, diez años en los que han estado presentes en ferias de arte como Art Basel Miami, y década en la que han mantenido esa hermosa portada cuché de 300 gramos impactante, con tintas fluorescentes y entrevistas memorables a un gran listado de artistas y exponente de subculturas que, tal como lo dice Pablo, la convierten en un catálogo histórico del arte, del diseño. "Para mí Joia siempre ha sido un libro de publicación seriada, no es una revista, finalmente tiene un formato y periodicidad, pero es más cercana a un libro porque luego de 48 ediciones lo que tienes es una enciclopedia del arte contemporáneo". Este año siguen las novedades, proyectos secretos, una web riquísima en contenidos que se distancia de su madre en papel, agregando música y otras temáticas que nutren a este gran mundo llamado Joia.

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AMOR DE MOTORES

A Francisco Riquelme, uno de los dueños de The Popular Design, no solo le gustan los muebles. Está perdidamente enamorado de los autos, los clásicos, y en este galpón, junto a su hijo, su hermano y un grupo de amistades, los reforman y los dejan a su pinta. Lo mejor es que después sale a manejarlos por las calles de la ciudad. 

Rage Against The Machine suena como telón de fondo, motores gimiendo, tatuajes y chispas de electricidad se acoplan a la atmósfera. Testosterona, masculinidad en el más completo sentido de la palabra, en este inmenso galpón donde hace frío, pero el sudor a lo James Dean de tanto hombre junto hace que se aminore.

Este es el galpón de autos y motos de Francisco Riquelme, uno de los dueños de las tiendas de muebles The Popular Design y Milk. Este es el galpón donde Francisco desarrolla su otra pasión. Él, arquitecto, usó este inmenso espacio que antes se utilizaba para almacenar muebles de sus tiendas como centro de experimentación automovilística enfocado en la remodelación y el conocimiento de joyitas de los sesenta y setenta. Hay motos también, de las mismas décadas. Junto a su hermano Pablo y su hijo de 11 años, Pancho, desarman, ajustan, atornillan, pintan, meten las manos, y sin miedo. Le dan nueva vida a autos antiguos, siempre respetando su espíritu. "El proyecto surge con mi hermano Pablo, los dos somos arquitectos y a los dos siempre nos han gustado mucho los autos desde chicos. Entonces empezamos a traer un auto, después dos y luego tres, siempre autos clásicos de los 60 y 70. Nosotros no somos muy exquisitos, seleccionamos autos que nos parecen divertidos y más que nada lo que encontramos, nos atraen sus historias. Estamos en etapa de aprendizaje. Todos los martes viene un profesor y nos juntamos con un grupo de amigos arquitectos y nos hacen clases de frenos, carburador, no nos interesa ser expertos en mecánica, pero sí nos interesa saber sobre las pastillas de freno y poder arreglar estos mismos autos clásicos", detalla Francisco.

Por otra parte, Francisco invitó a un grupo de mecánicos jóvenes a participar en el proyecto y que tienen inquietudes similares. Ellos los ayudan con temas específicos, como de electrónica, por ejemplo.

La vista poderosa

El galpón tiene diversas áreas; la primera, donde están las motos y el grupo de mecánicos con sus trajes y máscaras metiendo sus manos en ellas. Luego, a la izquierda, hay una especie de estar, muy al estilo The Popular Design, con uno que otro mueble de la tienda, pero con ese dejo de taller despelucado; se huelen desorden y polvo. Y atrás están los tesoros: Un Mustang del 69 (azul), comprado en EE.UU. en un remate. Al lado hay un Bronco (jeep celeste), que es el primer jeep que hizo la Ford entre el 66 y el 77, este es del primer año. Es entero de fierro, convertible y se le tira el parabrisas para adelante.

Francisco dice que lo más rico de todo son las historias que hay detrás de los autos, las historias de compra. "Por ejemplo, el Bronco lo fui a buscar a Punta Arenas, el exdueño había sido el único dueño, y en el momento que me lo vendió se puso a llorar. Y yo le dije 'compadre, quédatelo nomás'. El jeep era naranjo, y el exdueño tenía la casa naranja, la ropa naranja, su cocina naranja… finalmente me lo pasó. Tomamos desayuno y me lo vendió. Hasta el día de hoy siempre le mando fotos de cómo lo he ido restaurando", recuerda Francisco.

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