Fluidez al máximo

IMG_0042.JPG

Las arquitectas Olaya Cuadra y Rocío Costa fueron las responsables de la remodelación de esta casa que destaca por sus líneas geométricas, el buen uso de los espacios y su conexión fluida con el exterior.




Líneas puras y colores neutros dan la bienvenida a esta casa construida originalmente en los años 60 y remodelada hace dos años por las arquitectas Olaya Cuadra y Rocío Costa, quienes también se hicieron cargo del interiorismo. Las arquitectas desarrollaron una propuesta volumétrica de líneas rectas hacia el exterior y una cálida y colorida en el interior. "Esta casa tenía una base original muy buena: 180 metros cuadrados construidos en un piso donde la relación del espacio interior con el exterior era lo que más la caracterizaba, relaciones que fueron potenciadas al máximo en el proyecto de remodelación. La volumetría exterior fue el resultado de lo existente: la losa en todo el cielo y las restricciones en las alturas", explica Cuadra.

La construcción original estaba muy bien emplazada y a partir de esto se desarrolló la ampliación del living, comedor y terraza a lo largo del terreno, aprovechando al máximo el sitio. "Antes tenía una terraza que avanzaba hacia delante de la casa, frente al living y comedor. Esta se eliminó y se construyó un corredor largo y techado que recorre el frente de la construcción y conecta con la terraza principal. La piscina y los muros de piedra que había en el jardín se mantuvieron y se potenciaron con la propuesta de paisajismo", agrega la arquitecta.

Decoración alegre y colorida.

En el interior de la casa destacan el living y el comedor por su luminosidad y los toques de color que les dan las mantas, los dos sillones de terciopelo azul y los cuadros, entre ellos un fotomontaje de Margarita Dittborn y varias ilustraciones de Alejandra Acosta. En uno de sus lados, un mueble en obra de madera de encina teñido negro hace que los objetos que se exponen en él destaquen al máximo, transformándose en el telón de fondo de este gran espacio.

En general la decoración de la casa ha sido un proceso espontáneo, cuenta Olaya, gracias a la recopilación de elementos que han ido encontrando sus dueños a lo largo de los años, marcado siempre por un gusto por los objetos naturales y artesanales donde destacan los canastos, las mantas, los troncos y las artesanías de color. En cuanto a la materialidad de los pavimentos, se mantuvo en la mayor parte de la casa el parqué original de eucalipto, salvo en la cocina y baños, donde se optó por porcelanato por su condición más práctica.

La cocina, un espacio amplio, luminoso y muy práctico, se organiza a partir de una mesa de campo en torno a la cual se construyeron los mesones de mármol de Carrara y en la parte superior de estos se proyectaron repisas blancas donde destacan los coloridos objetos, utensilios y libros que le dan un look alegre y acogedor a esta área. Al igual que el resto de los espacios, los dormitorios de los niños tienen una máxima relación con el exterior, saliendo todos al jardín a través de caminos de piedra entre macizos verdes, para esto se rebajaron todas las ventanas hasta el piso y así facilitar esta conexión.

En el segundo piso está ubicado el dormitorio principal, que tiene un gran ventanal que mira hacia la cordillera y al cerro Manquehue.

[gallery ids="25388,25390,25380,25391,25381,25383,25389,25382,25384,25386,25387" link="file"]

Un jardín para todas las estaciones

El jardín estuvo a cargo de Trinidad Vicuña y se armó a partir de unos cuantos árboles añosos existentes, entre ellos un ceibo enorme en la zona donde se construyó la terraza. A la paisajista se le pidió un jardín de fácil mantención y que fuera cambiando y floreciendo según las estaciones.

La terraza y quincho son de los espacios más importantes de la casa, no solo por su constante uso, sino porque están conformados como proyección del interior, haciéndolos parte de la casa durante todas las épocas del año.

La terraza propiamente tal está conformada por un asiento en obra que la delimita y contiene a sus espaldas una jardinera que le da verde y frescura a este espacio. El quincho, por su lado, se proyectó como isla para que el cocinero no quedara aislado. Este fue construido en hormigón y revestido completamente en mármol travertino rústico, al igual que el resto de los pavimentos de la terraza, para mantener la fluidez y continuidad de los espacios.

En el comedor de la terraza destaca una mesa antigua rústica que contrasta con el toque moderno de los asientos en obra y las sillas amarillas Tolix. Al costado tiene un pequeño living con un juego de terraza de fierro muy liviano hecho a pedido.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.