"El diseño está presente en cada instante"

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Luján Cambariere. La periodista argentina, especialista en diseño, visitó Chile en noviembre pasado para presentar en la Escuela de Diseño de la UDP su libro "El alma de los objetos. Una mirada antropológica del diseño", de Editorial Paidós. Siempre con su foco en el diseño como herramienta de cambio social y como conductor de un futuro mejor para todos, esta eminencia, editora además del suplemento de diseño del diario transandino Página 12, cree en demasiados valores profundos para continuar diseñando, muchos de ellos plasmados en esta entrevista exclusiva que MásDeco tuvo con ella.




No tuvimos el honor de conocerla en persona, pero definitivamente sus palabras conmueven. Su visión del mundo se concibe desde el diseño como fruto creador de oportunidades. Esta periodista argentina estudiosa del diseño desde hace más de veinte años que trabaja en medios gráficos, televisivos y radiales, y como curadora y gestora cultural. Multifacética en su forma, los contenidos siempre se han repetido, generando una investigación continua sobre el diseño y sus ejes sociales. Es creadora de Ático de Diseño, espacio abierto para que todos participen en talleres, seminarios, conferencias y master class de diferentes líneas de creación para "que la inteligencia pase de las manos a la cabeza". Editora de la revista Barzón desde su creación en 2005 y del suplemento m2 del diario Página 12 desde el 2000, además de ser creadora de talleres de diseño consciente y reciclaje para personas vulnerables socialmente, como adictos a las drogas, convictos o personas sin trabajo. Estuvo en Santiago en noviembre de 2017 en la Escuela de Diseño de la UDP para presentar su última creación –e innovación–, el libro "El alma de los objetos".

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En tu libro "El alma de los objetos" exploras el mundo a través de recursos u objetos que nos acompañan a diario: desde una cuchara hasta un tomógrafo. ¿Por qué los objetos de diseño son tan importantes para nuestro diario vivir? Hace muchos años que me dedico a investigar la relación de las personas con el diseño y sus alcances. El mundo material que nos rodea. Siempre amé los objetos por las personas que están detrás de ellos y por el poder que tienen algunos de re-encantar nuestro cotidiano. El tema es que nunca encontraba respuestas a estas cuestiones que a mí me interesaban en los libros propios de la disciplina y sí en la antropología. Así descubrí fundamentalmente que los objetos tienen alma o lo que los antropólogos definen como 'maná'. Una fuerza anónima que los anima y que los hace especiales. Muchos de ellos nos cuidan y empoderan por el camino del talismán. Gracias a la energía y dedicación puestas en su fabricación y a la convicción que tenemos de sus poderes, cumplen su función principal, que es la de protegernos. Y otros lo hacen a través de una belleza que rima con su utilidad, donde esa energía está impresa por la huella que deja en ellos la mano del artesano, un profesional que trabaja con tres pilares: mente, cuerpo y corazón. En ambos casos, objetos talismánicos y piezas artesanales palpitan, transpiran ese aura especial que hace que queramos que formen parte de nuestra vida cotidiana, nos acompañen y la encanten; y es ahí donde radica su don especial.

Además, seamos o no conscientes de ello, el diseño siempre está mediando nuestras acciones. Bueno o malo, lindo o feo, funcional o caprichoso, esencial o superfluo, seguro o hasta muy peligroso, el diseño está presente en cada instante, el diseño puede transformar nuestras vidas. Así que de frívolo o superficial, nada. La pluma con la que escribimos, el banco donde nos sentamos, la ropa con la que nos vestimos, son algunos de los infinitos ejemplos con los que el diseño se hace presente en nuestra vida cotidiana. Vivimos rodeados de objetos que son producto de la industria o de un quehacer artesanal, siempre pensados y planificados por alguien. Desde un avión hasta una cuchara, pasando por instrumental quirúrgico, los medios de transporte o los elementos con los que cocinamos, todo es diseño. Por eso a los diseñadores muchas veces se los define como los 'generadores de interfases', los mediadores entre la infinidad de productos que crean y las acciones que desarrollamos a diario. Dicho en otras palabras, no hay ningún área o campo de la vida contemporánea donde el diseño no sea un factor crucial a la hora de dar forma a la experiencia humana. A los que amamos su potencial nos gusta señalar su labor y crucial incumbencia en los terrenos menos visibles. Su injerencia en las catástrofes, salvando vidas mediante los más innovadores arneses, helicópteros o camillas. Diseñar es pensar antes de hacer. Proyectar es prever, sobre todo, un futuro mejor para todos. Ahí radica la trascendencia y la esperanza de –y en– el diseño.

Eres periodista de profesión, ¿cómo llegaste a insertarte, primero, en el diseño como temática y, luego, en el diseño como herramienta para la inclusión social y resiliencia? Amo mi profesión y oficio de periodista sobre todo concibiéndola desde la primera acepción de la palabra comunicar, que es la de justamente 'poner en común'. Creo que esa es la mayor misión y lo más maravilloso que tiene nuestra profesión, que es justamente la posibilidad de sobrevolar infinitos mundos para dar cuenta de ellos.

En lo personal, durante muchos años me dediqué al periodismo social y en paralelo al diseño (tenía un microprograma solidario en Radio Continental, una de las más importantes de mi país) y era (como hasta el día de hoy) editora de las notas de diseño del suplemento m2 del diario Página 12, entonces uniendo mis dos pasiones me dediqué a investigar y también a gestionar proyectos de diseño social.

Volviendo al periodismo, cuando se hace en serio y en profundidad, te permite ser un gran observador, y creo que eso es lo que me ha permitido y me permite desarrollarme en los proyectos de diseño como herramienta de inclusión social. Haber visto y ver lo que funciona y lo que no, dónde hay necesidad de un diseñador o del diseño...

Y sobre todo la empatía, valor esencial en el periodismo y el diseño social.

Frivolidad en el diseño

¿En qué se diferencia tu trabajo en el periodismo de diseño gráfico (m2) con el trabajo que haces con las personas de la cárcel, los adictos y con los artesanos nativos? En mi suplemento trato de dar cuenta de los enormes alcances que tiene la disciplina del diseño. Desde lo que más se conoce como mobiliario, iluminación, objetos... a lo trascendental que resulta en los lugares que menos se lo imagina, como en la señalética de una villa miseria que hace que llegue o no una ambulancia a socorrer a una persona en tiempo y forma, o el desarrollo de una incubadora que también salva vidas. Ni hablar de nuestro diseño al sur del mundo, que es mi especialidad, junto al binomio diseño y artesanía. Desde ese lugar mi trabajo está muy lejos de la frivolidad. De hecho, mi suplemento, que hago desde hace 18 años, es famoso por esa mirada que hace tiempo no era muy conocida y ahora hasta está de moda, con lo cuidadoso que hay que ser con esas cuestiones.

De hecho, yo detesto la palabra 'tendencias' para el diseño como disciplina ya que abogo por trabajar desde la esencia.

Dices que la ética prima sobre la estética, ¿de qué modo esta frase te ha acompañado en tus labores como gestora cultural, periodista de diseño y escritora? Básicamente en los proyectos que yo gestiono o dirijo, como los artesanales o con poblaciones vulnerables, siempre aclaro que tienen un 10 por ciento de diseño y 90 de empatía y compromiso social. En ellos la cuestión estética, si bien importante e inherente al diseño, está, pero entendemos el diseño desde lo integral. Para ser más concretos, a veces trabajando con una población vulnerable nos ocupamos más de diseñar un dispositivo de aprendizaje (trabajo para adictos en recuperación cuya patología los hace muy ansiosos y en algunos casos con baja motricidad fina) que en que el producto sea lindo o feo. Esta es una enorme lucha con los diseñadores que generalmente tienen que cambiar de paradigma para trabajar en estos proyectos. Muchas veces se sienten frustrados hasta que entienden y empiezan a ver cuánto más importante es su trabajo.

De esto podría hablar un siglo, porque es muy cansador ver cómo en el discurso de las universidades les hablan de la amplitud de la disciplina y después cuando se encuentran en nuevos escenarios donde se los saca del diseño estrictamente de un producto se sienten perdidos.

¿Qué hace, según tu criterio, que el diseño al sur del mundo no sea frívolo? Uno de los primeros hallazgos que descubrí como periodista especializada, frente a la pregunta de cuál es nuestro ADN en el Sur, es que en un mundo globalizado que pide a gritos identidad, nosotros ostentamos un gran tesoro: la imaginación. La mayor característica del diseño latinoamericano no pasa por sus técnicas o materiales, sino por la mecánica que yo defino como 'del mínimo recurso que es el máximo: la imaginación'. Como tenemos poco, con ese poco nos arreglamos, lo potenciamos y re-significamos. Transmutamos la falta de recursos en oportunidad. Forzamos y empujamos los límites. Dignificamos de la mejor manera el concepto que sostiene que la necesidad es la madre de toda invención. Al que me permito sumar un refrán popular: "Lo que no te mata, te fortalece". Así, al sur del Sur somos, básicamente, superlativamente recursivos. lujancambariere.com

"Creo que en el diseño chileno de los últimos años surgen muy buenas iniciativas sobre todo en el rescate y puesta en valor de materiales y tecnologías, por ejemplo como el mimbre, maderas o el cobre y en relación con lo artesanal, que me fascinan. Antes los veía muy con la mirada al norte, sobre todo a lo americano, y desde hace unos años siento que eso se ha revertido", dice Cambariere.

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