Editorial

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Sábado 8 de septiembre de 2018, edición N° 800




Volver al origen, al lugar fundacional de nuestra capital, es lo que elegimos para poner énfasis chileno a nuestro septiembre. La Plaza de Armas es el punto cero, el lugar de donde nace todo el trazado que da origen y carácter a nuestra capital y donde se encuentran algunos de los edificios más emblemáticos, como la Catedral y la Municipalidad de Santiago, pero ¿qué tanto la conocemos, usamos o visitamos? En los últimos años son los nuevos chilenos quienes han tomado posesión, llenándola de colores y sabores debutantes. Hoy el alcalde Alessandri está poniendo toda la energía para renovarla y transformarla en un punto de turismo relevante, nuevos y mejores restaurantes, señalética más limpia y homogénea, mejor iluminación y quioscos más lindos, son parte de las mejoras que ya se están implementando.

También quisimos tener la visión de los que han optado por invertir y comprar departamentos en esta zona única de Santiago; tres visiones distintas y complementarias, donde la calidad del edificio es lo que los une, nos hablan de reciclaje y de vida urbana, la que se hace a pie y a una escala más acotada. El Portal Fernández Concha es un edificio de calidad, como lo demuestran las magníficas escaleras de circulación y las alturas interiores de los departamentos, pero que lamentablemente ha pasado por malos momentos, los cuales afortunadamente se están revirtiendo. Espero que las mejoras externas que se están realizando sean el tiraje necesario para que más personas valoren su arquitectura, ubicación y lo que el entorno ofrece, volviendo a posicionarlo como el destino digno que siempre debió haber mantenido.

También quisimos recorrer la Vega Central, el epicentro gastronómico por esencia, donde uno puede encontrar los colores, sabores y olores más intensos. Hoy la oferta es nueva y abundante, nuestros vecinos han traído con ellos ingredientes que no teníamos y que tampoco sabíamos cómo usarlos, y eso es bueno, hace que aprendamos a mezclar y a comer más sabroso. Para mí la gran gracia de la Vega es que son productos frescos y honestos, donde uno siempre debería elegir lo que la estación ofrece, y evolucionar con ella. Comer sano y variado, porque lo necesitamos.

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