Del lado de la madre

juana gómez

El próximo 2 de noviembre Juana Gómez inaugura Distaff en Londres, primera individual internacional de la artista chilena. Un trabajo con una fuerte carga genética y tradiciones textiles latinoamericanas. El proyecto de colaboración entre Michael Hoppen Gallery e Isabel Croxatto Galería cuenta con la curatoría de Carolina Castro Jorquera.




La palabra Distaff, que bautiza la primera muestra internacional de la artista chilena Juana Gómez en Londres, viene de un término inglés que tiene dos significados: herramienta que sujeta el vellón al momento de hilar y también quiere decir aquello que viene por el lado de la madre. "Aunque el vellón no tiene relación directa con mi trabajo actual, sí hay una conexión directa con la herencia materna. El textil y el bordado están presentes en la historia de la rama materna de mi familia, de mi abuela hasta mí, por lo que he incorporado a las mujeres de mi familia en las fotografías de esta exposición", explica Juana para contar lo que mostrará en Michael Hoppen Gallery.

Juana Gómez estudió arte en la Universidad Católica de Chile y entró fuertemente hace un par de años a la escena local con su trabajo. Una labor bien hilada inscrita en su ADN y que la tiene viviendo una proyección internacional gracias a su constante investigación y perfecta ejecución. Reflejo de esto fue su reciente participación en la Feria Contemporary Istanbul, Turquía, y en Art Central Hong Kong junto con Isabel Croxatto Galería.

A lo largo de su carrera existe un patrón que toma la forma icónica de un árbol. "Al ser un reflejo de los mecanismos naturales de flujo también está relacionado con la transmisión inmaterial de saberes como el bordado, que se transmiten por herencia genética y cultural a través de mi árbol familiar", afirma la artista.

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¿Cómo se forma tu patrón? Las fotografías de mi hija, mi madre y mi abuela reflejan la manera en que la genética se repite y modifica a la vez. El patrón del bordado, que construye por repetición, también remite a la manera en que vivimos, insertos dentro de patrones y ciclos de comportamientos muy marcados.

¿Qué es para ti la repetición? Repetir es una forma de construir: repetimos para poder aprender. La repetición de una puntada es la unidad mínima que va construyendo mi propio trabajo. Al asumir la tradición de bordado que corre por la línea materna de mi familia, yo paso a ser un eslabón en esta cadena de tiempo, junto a mis antepasados y ahora con mis propios descendientes. De esa manera se profundiza la relación madre-hija, abuela-nieta, que es una parte clave de la tradición textil, un camino secreto que transmite el conocimiento de manera silenciosa. El hacer se aprende con las manos y los sentidos, lo táctil y lo emocional son parte de esa experiencia, conectada de forma profunda con el inconsciente.

¿Qué rol toma lo textil en tu trabajo? El textil es parte de la historia de la especie humana, nos cubre como una segunda piel. Yo uso el textil para tener una piel que puedo cargar y atravesar con información y conocimiento, para hacer visible aquello que no se ve a simple vista, lo que subyace, sean sistemas del propio cuerpo o patrones que nos gobiernan sin que seamos conscientes de ello.

Las tradiciones textiles que han servido como inspiración para Distaff están todas al borde del abismo, a un paso de la desaparición, porque son lentas, su trabajo se paga mal, malas decisiones políticas e incluso los cambios en el clima amenazan las plantas y cultivos que se utilizan para el trabajo textil artesanal. El textil tiene una conexión intrínseca con la tierra y el territorio donde se produce, con el espacio de las plantas y los animales que producen la lana y materiales que se utilizan, como con el mundo interno de símbolos de la cosmovisión que retratan y preservan.

Son trabajos de joyería, tesoros, mapas del ser humano, de una forma de ser humano que preservan una belleza y una sabiduría invaluables. Incluso en las humildes redes de los pescadores hay una trama de hilos que ha tomado siglos en madurar y que habla de un territorio, de una funcionabilidad, donde cada material cumple una función.

¿Cómo está presente tu familia en tu trabajo? La incorporación de mi abuela, mi madre, mi hija y yo es una forma de agradecer el pasado del que venimos. Mi madre y yo representamos el presente, ambas en el rol de la madre, que es la primera experiencia del mundo de todo ser humano, y su relación en los primeros meses de vida determina su existencia.

El futuro es mi hija Julieta, ella aparece en una edad donde la memoria recién empieza a grabarse de manera consciente, una etapa de preescritura, muy moldeable. Ella, solo al estar conmigo y participar de este trabajo está absorbiendo la experiencia textil de su lado materno, de su lado Distaff, pero ella también representa el nuevo ser, la nueva tecnología, el nuevo lenguaje digital, la expresión de la cadena de ADN que nos enlaza a todos. La anatomía se ve transformada en algo nuevo: algunas piezas parecen contener sistemas reconocibles, pero siguen sus propias leyes, mutando en órganos nuevos.

¿Qué relación tiene específicamente tu hija con el trabajo que mostrarás? Mi trabajo artístico y textil ha crecido a la par de mi hija Julieta. Ella está presente en todos mis procesos, cotidianos e inconscientes, y más ahora que la involucro como parte del cuerpo de mi obra. Tampoco puedo olvidar el hecho de que ella me ha convertido en madre, un aspecto que recién ahora empiezo a incorporar a mi obra, y que me ha transformado por completo y para siempre. Que ella haya nacido significa que yo paso a ser un eslabón de una cadena, una cadena que me conecta hacia atrás con todas las madres de mi familia, con todo el lado Distaff. Eso ha significado un dolor tremendo, pero también te da una fuerza, un impulso que no nace de ti si no de algo más antiguo.

Julieta, a su manera infantil, juguetona, adorable y rabiosa, ha sido un factor clave de la exposición. Yo, por ejemplo, tenía una idea fija de cómo hacer las fotos, pero pautearla a ella es absolutamente imposible. Es pura espontaneidad, puro impulso, puro juego irracional: las mejores fotos de la exposición son fruto del azar, donde ella 'destruyó' mis ideas y las convirtió en algo mucho más interesante. Se ponía a correr desnuda por el estudio, o se escondía detrás de mí por vergüenza. Era incapaz de quedarse quieta: lloraba o estallaba en risa. Entonces hay momentos mágicos, cosas que sucedieron y que tal vez duraron una fracción de segundo y que los cuatro grandes fotógrafos con que trabajé, Carolina Vargas, Alejandro Araya, Omar van de Wyngard y Claudio Caiozzi, supieron capturar con una sutileza y paciencia increíbles.

¿Cómo se refleja todo esto en lo que será tu muestra en Londres? La exposición está sumida en cierta oscuridad, que se ve en los fondos de todas las fotos. Esa oscuridad es un paralelo al mundo del cual surgen los sueños; en las tradiciones textiles latinoamericanas, los textiles recogen y documentan la cosmovisión de los pueblos, sus mitos, sus viajes al inconsciente, quedan registrados en el textil. A través de ellos explican la creación del universo. En esas comunidades, es en los sueños donde se revela tu rol en la comunidad y es en los sueños donde puedes conectarte con tus antepasados. El negro de los fondos de la exposición también se relaciona con ese negro fértil de la noche y el útero, del ciclo lunar, conectado a los tiempos de siembra y cosecha, de esquila. Es el vacío lleno de información, donde la información aparece a quien se detiene a observar; es lo insondable del subconsciente que es de donde aparece el mito.

¿Qué viene a ser lo más importante para ti de esta muestra? Lo más valioso para mí en Distaff ha sido poder conectar desde mi propia raíz, desde la trama de mi árbol familiar, con una visión mayor del textil latinoamericano. Esa conexión que preserva y teje la vida a nivel biológico, cultural, individual y colectivo es la riqueza que nos mantiene vivos. Distaff me ha permitido, literalmente, atar tramas familiares y unirlas con un relato mayor y más antiguo.

El mundo de las ideas es otro plano que el de la realización material, y la materia cobra sus propias reglas y hay que seguirlas más que tratar de guiarlas todo el tiempo por una idea preconcebida. Tiene que haber un desapego entre la idea y la materialización; muchas veces la idea que proyectamos puede parecer muy buena, pero siempre aparece otra veta que está más allá de nuestra propia visión, y eso es lo realmente fascinante porque se cuela una parte intangible de nosotros mismos en el material.

Y, ¿cómo está presente lo anterior en tu obra? En el hacer del textil y el bordado el yo pasa a un segundo plano y se pone al servicio del hacer. La repetición genera ese estado y luego uno tiene que estar abierto, ser un canal. En eso fue clave el encuentro que tuve con una tremenda artista chilena, Cecilia Vicuña, que es una verdadera machi, una chamán que sabe comulgar con esa forma de hacer arte, donde el arte pasa a tocar terrenos más profundos y fundamentales, que es donde radica su fuerza.

¿Qué ha significado exponer en Michael Hoppen Gallery? Michael Hoppen ha sido un apoyo tremendo. Vino a Chile especialmente a ver el trabajo en vivo y colaborar en la producción y en la selección de las obras que componen la muestra. Para mí fue muy importante, porque a pesar de que es una galería especializada en fotografía, yo quería que él pudiera conectar con mi investigación más profunda –que se basa en los patrones y las distintas urdimbres–, así que lo llevé al Museo Precolombino para que pudiera ver de dónde nacía lo que hago, cuáles son sus raíces más profundas. Él también es un amante de los textiles y la anatomía, por eso tuvo una conexión con mi trabajo. Cuando me vio bordando, me dijo "este es tu cuarto oscuro", fue una linda asociación, como el momento en el que me apropio de la fotografía.

¿Planes a futuro? Mis planes próximos son seguir aprendiendo a hilar con Mónica Bravo, una verdadera maestra, con quien estuve este año aprendiendo el punto con que se hace la pilhua, que quería aprender para poder desarrollar alguna instalación textil.

Mi mayor anhelo es volver a recorrer Chile, esta vez siguiendo una ruta textil, aprender directamente de las tejedoras, desde cómo se relacionan con sus animales, la esquila, la limpieza de la lana, tengo una necesidad de ir a la raíz del asunto.

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