Cuestión de género

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Sábado 16 de junio de 2018, edición N° 788




Partiré agradeciendo a tanto diseño industrial que hace de la servilleta de papel algo más que un simple, ojalá suave y muy útil, cuadrado blanco. En mi despensa observo distintos paquetes con dibujos que van desde patrones floreados, colores varios y hasta monos tipo manga en ellas, haciendo sin duda que su presencia haga de una cena algo más dedicado. ¿Reemplazan las de tela? !Ni muerta! Amo, adoro y compro todas las que están en un cajón, de diferentes materiales, grosores y tamaños. Esas siempre serán especiales, las pondré como símbolo distintivo, sin competir con las de papel pero sí reconociéndolas y pidiéndolas cuando lo requiere.

Griegos y romanos juntaban migas de pan para limpiarse la boca y las manos en sus banquetes. Eso después de haberse manchado no sé cuántos trajes en una época donde la servilleta no existía como tal y mucho antes de que los franceses crearan tan útil, necesario, higiénico y protocolar elemento. Creo que todos las tenemos en la memoria cercana cotidiana, híperusual sin pensar siquiera en categorías o etiquetas. Después el reino de botarlas y no lavarlas ganó y pasamos a verlas como sello de evento o cena especial. También están en restaurantes un poco más pitucos y definitivamente se exigen en los más caros, para mí como algo extremadamente lógico y casi difícil de entender si ocurre lo contrario.

¿Por qué? Da clase. Porque si estoy pagando un valor considerable por una comida pido que se manifieste en todos los detalles. Además la crear papel usa mucha más agua que la de tela, incluidos sus lavados posteriores, y sin pensar todavía en la madera como materia prima del papel y en la poca noción de ello cuando la botamos. Las quiero de vuelta. Quiero etiqueta común y corriente. Cuidado y estilo, no es más que eso. @raqueltelias

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