Actitud Eco

Ahorro de tiempo, de materiales y desechos. De huella de carbono asociada a la construcción, de mano de obra, ahorro para el bolsillo. Por ahí apuntan los dardos del equipo Prefábrica y Alberto Mozó, un sistema constructivo, una filosofía en la que la naturaleza y el mejor resultado para todos prevalecen por sobre personalismos y parafernalias arquitectónicas. Visitamos el galpón Hibarn, un buen ejemplo de un modo de construir 100% consciente.




María Pinto por la mañana. Los sauces llorones al borde del camino dan la bienvenida y unos kilómetros adelante las flores amarillas se asoman empinadas como para ver los autos que pasan por la carretera. Un canal lleno de vida corre paralelo hasta llegar al sector que visitamos, donde se ubica esta construcción a un costado de una casa principal.

El encargo era un galpón de ciertas medidas aproximadas para secar y guardar nueces, lo que requería cierto grado de ventilación. Hasta ahí todo muy común y normal, al igual que su aspecto aparente. Pero lo interesante es que toda la obra se construyó con solo 2 tipos de 'palos' más las uniones secas, y se demoraron 2 semanas en montarla; un mes en total de trabajo, versus los 6 meses que dice Alberto Mozó –su arquitecto– habría tardado con el modo convencional de carpintería. ¿Lo mejor de todo?, el único desperdicio, la basura total generada por el proyecto fue del volumen de "una carretilla con descartes, que se llevaron a Santiago a un punto limpio".

Con 10 años trabajando en madera y 25 con todo tipo de materiales, Mozó lleva cerca de 2 años con Prefábrica, un estudio-laboratorio con un equipo interdisciplinario de diseñadores industriales, ingenieros calculistas y arquitectos, donde el énfasis está puesto acuciosamente en la parte previa, en el diseño anterior a la construcción para lograr este tipo de resultados: tiempos récords de montaje, ahorro sustancial en materiales y generar casi cero desperdicio al ambiente en un espíritu colaborativo. "Construimos entre todos, lo cargamos, con todo el equipo, no solo los maestros, estábamos todo el día metidos aquí. Es como hacer el pan en tu casa todos los días y comerlo… ¡Es otro sabor! La relación social también es muy rica, los maestros te enseñan cosas y tú a ellos. En el hormigón, en cambio, estás obligado a ver de lejos la obra, los arquitectos no pueden participar. La madera tiene esa amabilidad: puedes".

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Eco sí; ego, no

Respecto a esta construcción, lo primero, dice, fue tratar de hacerlo replicable para que otros lo pudiesen utilizar. "En algún minuto voy a subir los planos por si alguien quiere hacer uno igual". Se concentró en estudiar muy bien las medidas de los materiales existentes en el mercado, de modo de no desperdiciar ni un centímetro de madera. De ahí las proporciones de las partes que conforman el volumen, altura de vigas y pilares, de los módulos, la inclinación del techo, etc. Por otro lado, la fase de prototipado, probar muy bien antes en laboratorio que todo funcione como reloj, fue otro de los ejes fundamentales en este modo de trabajo. "Todo pasa por un prototipo, eso nos significa ver los problemas, ¡y encontramos montones! Allá (laboratorio) podemos encontrar las fallas, es la fase anterior donde todo se prueba y todos discuten. El fin es lograr la economía y termina también siendo de un ego calmo: eco sí; ego, no, porque hay razones de peso mucho más importantes, entonces la arquitectura se hace más colaborativa y la madera te da eso, ¡es maravilloso!".

Probado todo en Santiago, prototipo incluido, luego se trasladan las piezas que se ensamblarán en el lugar donde se levantará el galpón. Se montan en el piso las fachadas que se levantan con grúa y se ahorra todo el engorroso proceso de hacer los fundamentos en hormigón, sin tener que romper la tierra, excavar, generar mano de obra y tiempo extra. En este caso inventaron un ingenioso sistema tipo perno-hilo que permite regular toda la estructura del galpón Hibarn y afrontar las diferencias del terreno de un modo mucho más simple.

¿El resultado final? Proporciones armónicas para un recinto muy funcional con materiales al alcance de todos. Un modelo replicable, respetuoso del medioambiente –maderas son FSC, casi cero desecho–. Un sistema que acota la construcción a tiempos mínimos, sin las desagradables sorpresas de última hora que suelen acompañar y dilatar los proyectos constructivos.

¿Cómo se hizo el galpón? 

Simple: "Con dos maderas, (una laminada de 2x8''x 6 ms. y un palo aserrado de 2 x 3''), hicimos todo el galpón y eso lo determinamos antes", explica. "Esto lo venden en el retail, cualquier persona lo puede comprar, actitud de economía ¡siempre!"

Módulos: "Se hizo un elemento con partes armadas, cuyo total es un palo de 3,20 m y todos los taquitos fueron cortados, para que no sobrara ningún pedazo de madera". 90 módulos conforman el galpón".

Estructura: "La viga laminada no tiene corte, su curva es la natural de la madera que se produce al montarla. La cercha venía desarmada en el camión para poder hacer la reactivación correcta y que no ocupara un espacio excesivo. Se demora 10 minutos hacerla y se instalaron todas las cerchas entre 4 personas".

Cielo: "Son 140 puertas de MDF, todas iguales de retail, funcionan como cielo y también como costaneras, toman poco tiempo y estructuran el techo que es a 45°, así los cortes de las maderas de un lado funcionan para los cortes del otro lado, simple, dos diagonales".

La Fundación: "Es una pieza metálica que nosotros diseñamos y que tiene 2 tubos galvanizados cruzados que se meten en los 28 puntos. No se ocupó hormigón, no hubo por lo tanto excavaciones", dice. Inventaron un sistema de perno e hilo para regular toda la estructura, dada la diferencia del terreno.

Mezzanina: Los mismos módulos que se ocuparon para las fachadas sirvieron como suelo del segundo nivel.

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"Los arquitectos tienen incorporado en el ADN la voluntad de construir, todos lo desean, es superfuerte, y la madera te da esa experiencia, tú puedes hacerlo", dice alberto Mozó.

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